martes, 15 de septiembre de 2015

EL TIGRE Y LA LIEBRE


Sucedió que un joven estaba muy decepcionado de la vida. Su amargura absoluta era por la forma tan inhumana en que se comportaban todas las personas. Parecía que ya a nadie le importaba nadie.

Sucedió que un día dando un paseo por el monte, vio sorprendido que una pequeña liebre le llevaba comida a un enorme tigre malherido que no podía valerse por sí mismo. Le impresionó tanto al ver este hecho, que regresó al siguiente día para ver si el comportamiento de la liebre era casual o habitual. Con enorme sorpresa pudo comprobar que la escena se repetía: la liebre dejaba un buen trozo de carne cerca del tigre. Pasaron los días y la escena se repitió de un modo idéntico, hasta que el tigre recuperó las fuerzas y pudo buscar la comida por su propia cuenta.

Admirado por la solidaridad y cooperación entre los animales, se dijo: - "No todo está perdido. Si los animales, que son inferiores a nosotros, son capaces de ayudarse de este modo, mucho más lo haremos las personas." Así que el joven decidió rehacer la experiencia... se tiró al suelo, simulando que estaba herido, y se puso a esperar que pasara alguien y le ayudara. Pasaron las horas, llegó la noche y nadie se acercó en su ayuda. Siguió así durante todo el día siguiente... y el siguiente... así que decidió no seguir.

Sentía dentro de sí todo el desespero del hambriento, la soledad del enfermo, la tristeza del
abandono, su corazón estaba devastado, casi no sentía deseos de levantarse, entonces allí, en ese instante, estando más decepcionado que al inicio, con la convicción de que la humanidad no tenía el menor remedio, oyó una voz con mucha claridad,... era una voz, muy dentro de él, que decía: - "Si quieres encontrar a tus semejantes, si quieres sentir que todo ha valido la pena, si quieres seguir creyendo en la humanidad... deja de hacer de tigre y simplemente se la liebre."

sábado, 8 de agosto de 2015

Chica Ciega


Había una chica que odiaba por ser ciega. Odiaba a todos, excepto a su novio amoroso. Él siempre estaba allí para ella. Un día ella le dijo a su novio:

"Si sólo pudiera ver el mundo, me casaría contigo"

Un día, alguien donó un par de ojos para ella. Cuando por fin retiraron el vendaje de sus ojos, fue capaz de verlo todo, incluyendo a su novio.

Él le preguntó: "¿Ahora que ya puedes ver el mundo, ¿quieres casarte conmigo?"

La niña miró a su novio y vio que era ciego. La apariencia de sus párpados cerrados la impresionó. Ella no se lo esperaba así. La idea de mirarlo el resto de su vida así la llevó a negarse a casarse con él. Dejo a su novio en lágrimas y días, más tarde él escribió una nota a ella diciendo: "Cuida bien de tus ojos, mi amor, porque antes de ser tuyos, fueron míos"

Sólo unos pocos recuerdan cómo era la vida antes y a quienes siempre estuvieron a su lado en las situaciones más dolorosas.

La vida es un regalo!


Anónimo
¿Qué se siente al ser vieja?


El otro día, una persona joven me preguntó: -¿Qué sentía al ser vieja?-

Me sorprendió mucho la pregunta, ya que no me consideraba vieja. Cuando vio mi reacción, inmediatamente se apenó, pero le expliqué que era una pregunta interesante. Y después de reflexionar, concluí que hacerse viejo es un regalo.

A veces me sorprendo de la persona que vive en mi espejo. Pero no me preocupo por esas cosas mucho tiempo. Yo no cambiaría todo lo que tengo por unas canas menos y un estomago plano. No me regaño por no hacer la cama, o por comer algunas "cositas" de más. Estoy en mi derecho de ser un poco desordenada, ser extravagante y pasar horas contemplando mis flores.

He visto algunos queridos amigos irse de este mundo, antes de haber disfrutado la libertad que viene con hacerse viejo.

-¿A quién le interesa si elijo leer o jugar en la computadora hasta las 4 de la mañana y después dormir hasta quien sabe qué hora?
 
Bailaré conmigo al ritmo de los 50's y 60's. Y si después deseo llorar por algún amor perdido...¡Lo haré!

Caminaré por la playa con un traje de baño que se estira sobre el cuerpo regordete y haré un clavado en las olas dejándome ir, a pesar de las miradas de compasión de las que usan bikini. Ellas también se harán viejas, si tienen suerte...

Es verdad que a través de los años mi corazón ha sufrido por la pérdida de un ser querido, por el dolor de un niño, o por ver morir una mascota. Pero es el sufrimiento lo que nos da fuerza y nos hace crecer. Un corazón que no se ha roto, es estéril y nunca sabrá de la felicidad de ser imperfecto. Me siento orgullosa por haber vivido lo suficiente como para que mis cabellos se vuelvan grises y por conservar la sonrisa de mi juventud, antes de que aparezcan los surcos profundos en mi cara.

Ahora bien, para responder la pregunta con sinceridad, puedo decir:
-¡Me gusta ser vieja, porque la vejez me hace más sabia, más libre!-
 
Sé que no voy a vivir para siempre, pero mientras esté aquí, voy a vivir según mis propias leyes, las de mi corazón. No pienso lamentarme por lo que no fue, ni preocuparme por lo que será. El tiempo que quede, simplemente amaré la vida como lo hice hasta hoy, el resto se lo dejo a Dios.


Anónimo

Llenando el Cántaro


Cuentan que una vez un hombre envió a su joven hijo a llenar un cántaro al río, y le dijo que volviera lo antes posible.

El joven obedeció y fue hacia el río mientras su padre le observaba de lejos.

Entonces éste vio a su hijo poniendo el cántaro debajo de una cascada, y la fuerza del agua fue tal y la cantidad tan grande que el líquido no logró entrar al recipiente pues su cuello era demasiado delgado.

Cuando el hijo llegó con el cántaro, le mostró como el cuello del mismo había sido roto por el fuerte y constante golpear del agua.

Además, este hecho provocó que el agua llegara turbia y sucia. El padre preguntó entonces:- "¿Por qué simplemente no sumergiste el cántaro en el río? No veías que el agua de la cascada era demasiada para el cuello del cántaro?".

El hijo contestó: "Sí, pero es que quería llenarlo lo más rápido posible".

Muchas veces en nuestras vidas tratamos de "llenarnos" a nuestro tiempo en un mundo acelerado y convulsionado. Dios conoce nuestra capacidad, y sabe que si hacemos las cosas como nosotros queremos podemos hacernos daño pues no estamos capacitados para hacerlo en ese momento, por eso logramos las cosas a medias y el agua que conseguimos no es pura ni cristalina, sino turbia.

Queremos tener todo "ya" y en el proceso muchas veces nos lastimamos por no dejar que Dios nos sumerja poco a poco en la corriente calmada del río.

¿Sabes ? Dios conoce tu capacidad, no quieras hacer las cosas en tu momento, pues Dios desea llenar tu cántaro hasta el tope, pero en SU momento y según TU capacidad.

domingo, 12 de julio de 2015

EL BAMBÚ JAPONÉS


No hay que ser agricultor para saber que una buena cosecha requiere de buena semilla, buen abono y riego constante.

También es obvio que quien cultiva la tierra no se para impaciente frente a la semilla sembrada, jalándola con el riesgo de echarla a perder, gritándole con todas sus fuerzas: 

¡Crece!

Hay algo muy curioso que sucede con el bambú japonés y que lo transforma en no apto para impacientes:


Siembras la semilla, la abonas, y te ocupas de regarla constantemente.
Durante los primeros meses no sucede nada apreciable.
En realidad no pasa nada con la semilla durante los primeros siete años, a tal punto, que un cultivador inexperto estaría convencido de haber comprado semillas in-fértiles.

Sin embargo, durante el séptimo año, en un período de sólo seis semanas la planta de bambú crece ¡más de 30 metros!

¿Tardó sólo seis semanas crecer?

No, la verdad es que se tomó siete años y seis semanas en desarrollarse.

Durante los primeros siete años de aparente inactividad, este bambú estaba generando un complejo sistema de raíces que le permitirían sostener el crecimiento que iba a tener después de siete años.

Sin embargo, en la vida cotidiana, muchas veces queremos encontrar soluciones rápidas, triunfos apresurados, sin entender que el éxito es simplemente resultado del crecimiento interno y que este requiere tiempo. Quizás por la misma impaciencia, muchos de quienes aspiran resultados en corto plazo, abandonan súbitamente justo cuando ya estaban a punto de conquistar la meta. Es tarea difícil convencer al impaciente respecto a que sólo llegan al éxito quienes luchan en forma perseverante y coherente y saben esperar el momento adecuado.

De igual manera es necesario entender que en muchas ocasiones estaremos frente a situaciones en las que creemos que nada esta sucediendo, y esto puede ser extremadamente frustrante.
En esos momentos (que todos tenemos), recordar el ciclo de maduración del bambú japonés, y aceptar que, en tanto no bajemos los brazos ni abandonemos por no "ver" el resultado que esperamos, sí esta sucediendo algo dentro de nosotros:ESTAMOS CRECIENDO, MADURANDO.

Si no consigues lo que anhelas, no desesperes, quizá sólo estés echando raíces...

jueves, 9 de julio de 2015

Las tres Rejas


El joven discípulo de un filósofo sabio llega a su casa y le dice:
-Maestro un amigo estuvo hablando de ti con malevolencia...
-¡Espera! -lo interrumpe el filósofo-.
¿Hiciste pasar por las tres rejas lo que vas a contarme?
-¿Las tres rejas? -preguntó su discípulo.
-Sí. La primera es la verdad. ¿Estás seguro de que lo que quieres decirme es absolutamente cierto?
-No. Lo oí comentar a unos vecinos.
-Al menos lo habrás hecho pasar por la segunda reja, que es la bondad. Eso que deseas decirme, ¿es bueno para alguien?
-No, en realidad no. Al contrario...
-¡Ah, vaya! La última reja es la necesidad. ¿Es necesario hacerme saber eso que tanto te inquieta?
-A decir verdad, no.
-Entonces... -dijo el sabio sonriendo-, si no es verdad, ni bueno ni necesario, sepultémoslo en el olvido.

Mi Alma tiene prisa...


He contado mis años y he descubierto que tengo menos tiempo para vivir de aquí en adelante, que el que he vivido hasta ahora...

Ya no tengo tiempo para soportar a personas absurdas que, a pesar de su edad cronológica, no han crecido. 

No quiero estar en reuniones donde desfilan “egos”’ inflados.

No tolero a los manipuladores ni a los aprovechados.

Me molestan los envidiosos que tratan de desacreditar a los más capaces para apropiarse de sus puestos, sus talentos y sus éxitos.

Quiero la esencia, mi alma tiene prisa…

Quiero vivir al lado de gente humana, muy humana.

Que sepa reírse de sus errores.

Que no se vanaglorie con sus triunfos.

Que no eluda sus responsabilidades.

Que defienda la dignidad humana.

Y que desee caminar al lado de la verdad y de la honradez.

Quiero rodearme de gente que sepa tocar el corazón de las personas...

Gente a quien los duros golpes de la vida, le enseñaron a crecer.

Sí… tengo prisa… por vivir con la intensidad que sólo la madurez puede dar.

Mi meta es llegar al final satisfecha y en paz con mis Seres queridos y con mi consciencia.

Basado en el texto titulado “El valioso tiempo de los maduros” del escritor brasileño Mario de Andrade (1893-1945).