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martes, 10 de marzo de 2015

Deja "secar" la Ira


Mariana se puso toda feliz por haber ganado de regalo un juego de té de color azul.

Al día siguiente, Julia, su amiguita, vino bien temprano a invitarla a jugar. Mariana no podía pues saldría con su madre aquella mañana.

Julia entonces pidió a Mariana que le prestara su juego de té para que ella pudiera jugar sola en el jardín del edificio en que vivían.

Ella no quería prestar su flamante regalo pero ante la insistencia de la amiga decidió, hacer hincapié en el cuidado de aquel juguete tan especial.

Al volver del paseo, Mariana se quedó pasmada al ver su juego de té tirado al suelo. Faltaban algunas tazas y la bandeja estaba rota.

Llorando y muy molesta Mariana se desahogó con su mamá "¿ves mamá lo que hizo Julia conmigo? Le presté mi juguete y ella lo descuidó todo y lo dejó tirado en el suelo".

Totalmente descontrolada Mariana quería ir a la casa de Julia a pedir explicaciones, pero su madre cariñosamente le dijo:

"Hijita, ¿te acuerdas de aquel día cuando saliste con tu vestido nuevo todo blanco y un coche que pasaba te salpicó de lodo tu ropa? Al llegar a casa querías lavar inmediatamente el vestido pero tu abuelita no te dejó.

¿Recuerdas lo que dijo tu abuela? Ella dijo que había que dejar que el barro se secara, porque después sería más fácil quitar la mancha.

Así es hijita, con la ira es lo mismo, deja la ira secarse primero, después es mucho más fácil resolver todo".

Mariana no entendía todo muy bien, pero decidió seguir el consejo de su madre y fue a ver el televisor.

Un rato después sonó el timbre de la puerta...Era Julia, con una caja en las manos y sin más preámbulo ella dijo:

"Mariana, ¿recuerdas al niño malcriado de la otra calle, el que a menudo nos molesta?
Él vino para jugar conmigo y no lo dejé porque creí que no cuidaría tu juego de té pero él se enojó y destruyó el regalo que me habías prestado.

Cuando le conté a mi madre ella preocupada me llevó a comprar otro igualito, para ti.
¡Espero que no estés enojada conmigo. "No fue mi culpa"

¡No hay problema!, dijo Mariana, ¡mi ira ya secó!

Y dando un fuerte abrazo a su amiga, la tomó de la mano y la llevó a su cuarto para contarle la historia del vestido nuevo ensuciado de lodo.

Nunca reacciones mientras sientas ira. 

La ira nos ciega e impide que veamos las cosas como ellas realmente son.

Así evitarás cometer injusticias y ganarás el respeto de los demás por tu posición ponderada y correcta delante de una situación difícil.

Acuérdate siempre:

¡Deja la ira secar!

Feliz día, Paz y Amor.


Los zapatos del anciano



Un estudiante universitario salió un día a dar un paseo con un profesor, a quien los alumnos consideraban su amigo debido a su bondad para quienes seguían sus instrucciones.

Mientras caminaban, vieron en el camino un par de zapatos viejos y supusieron que pertenecían a un anciano que trabajaba en el campo de al lado y que estaba por terminar sus labores diarias.

El alumno dijo al profesor:

Hagámosle una broma; escondamos los zapatos y ocultémonos detrás de esos arbustos para ver su cara cuando no los encuentre. 

Mi querido amigo -le dijo el profesor-, nunca tenemos que divertirnos a expensas de los pobres. 

Tú eres rico y puedes darle una alegría a este hombre. Coloca una moneda en cada zapato y luego nos ocultaremos para ver cómo reacciona cuando las encuentre.

Eso hizo y ambos se ocultaron entre los arbustos cercanos. El hombre pobre, terminó sus tareas, y cruzó el terreno en busca de sus zapatos y su abrigo.

Al ponerse el abrigo deslizó el pie en el zapato, pero al sentir algo adentro, se agachó para ver qué era y encontró la moneda. Pasmado, se preguntó qué podía haber pasado. Miró la moneda, le dio vuelta y la volvió a mirar.

Luego miró a su alrededor, para todos lados, pero no se veía a nadie. La guardó en el bolsillo y se puso el otro zapato; su sorpresa fue doble al encontrar la otra moneda.

Sus sentimientos lo sobrecogieron; cayó de rodillas y levantó la vista al cielo pronunciando un ferviente agradecimiento en voz alta, hablando de su esposa enferma y sin ayuda y de sus hijos que no tenían pan y que debido a una mano desconocida no morirían de hambre.

El estudiante quedó profundamente afectado y se le llenaron los ojos de
lágrimas.

Ahora- dijo el profesor- ¿no estás más complacido que si le hubieras hecho una broma?

El joven respondió:

Usted me ha enseñado una lección que jamás olvidaré. Ahora entiendo algo que antes no entendía:


Es mejor dar que recibir.

Feliz día, paz y amor.

viernes, 6 de marzo de 2015

La Estrella que no brillaba


Había una vez una estrella que se llamaba Luz Azul. Aunque la verdad era que mucha luz no tenía. De hecho, era la estrella que menos brillaba; por eso el resto de las estrellas se burlaban de ella.  Pero ella no se quejaba nunca, ni tampoco les decía nada a los astros que se metían con ella. Todas menos Piedra Verde, una estrella que sentía lástima por ella.

-Yo diría que cada vez brillas menos -le dijo un día la presumida estrella polar-. No eres ni la mitad de bonita que yo, que soy la que más brillo. Además, tú estás más sucia.

Luz Azul se entristeció al oír estas palabras. La estrella polar a veces se cambiaba de lugar, y ese día se estaba metiendo con ella continuamente. Aun así, le dijo suavemente:

-Bienvenida a este trocito del cielo. Siento brillar tan poco y estar tan sucia. De todos modos, espero que lo pases bien aquí.

-¡Cómo esperas que lo pase bien aquí! -dijo desdeñosamente-. Confío en irme de aquí lo antes posible. Y tú, mejor que te vayas a otro sitio y no me molestes.

Luz Azul se retiró silenciosamente muy afligida. Era cierto que estaba algo sucia y que casi no brillaba, pero, ¿qué podía hacer ella para solucionarlo? Ella no podía remediarlo. Se consoló pensando que al día siguiente, por la noche, sería el día de Nochebuena. Y con esos pensamientos, se quedó dormida. Las estrellas siempre dormían durante el día y estaban brillando en el cielo durante la noche.

A la noche siguiente, intentó brillar con todas sus fuerzas, pero sólo consiguió emitir unos débiles destellos que casi no se notaban. Y estuvo escuchando de nuevo las burlas y desprecios de la estrella polar. Intentó no entristecerse mucho, porque ese día era Nochebuena. Cuando Luz Azul se fue a dormir, antes de lo normal (al menos para una estrella) pensó un deseo. Sabía que seguramente no se cumpliría, puesto que pensaba que no dejarían nada para ella, porque no brillaba, estaba vieja y sucia, y era pequeña, y todos la despreciaban. A pesar de eso, pensó: "Lo que más me gustaría es que todas las estrellas, y los astros, y los humanos, y el cielo entero fueran felices. No pido nada para mí, quiero que todos sean lo más felices que puedan".

Y la pequeña estrella se quedó dormida.

A la tarde siguiente, cuando las estrellas más madrugadoras se habían despertado ya para brillar espléndidamente durante la noche, le despertó Piedra Verde diciendo:

-¡Despierta, Luz Azul, vamos, despierta! ¡Tienes que ver esto! ¡Despierta!

Luz Azul se levantó perezosamente y observó que, aunque algunas estrellas estaban levantadas, ninguna de ellas brillaba. Entonces se dirigió a su amiga:

-¿Qué querías, Piedra Verde? ¿Por qué me has despertado?

-¡Tienes que ver esto, vamos, ven!

La estrella la siguió, y cuando había recorrido un poco más de cinco metros, vio un pequeño sobre de color rojo claro, y sobre el papel del sobre, impreso en gruesas letras negras ponía claramente: "Luz Azul"

Luz Azul estaba atónita. Nunca había recibido un regalo. Al cabo de unos segundos dijo con un hilo de voz:

-¿Para… para mí?

-¡Pues claro que sí! ¿No ves lo que pone? -dijo Piedra Verde sonriéndole-. ¡Vamos, Luz Azul, cógelo ya que es tuyo!

Ella cogió el sobre y vio que no tenía ningún remitente. En el cielo, la mayoría de las estrellas habían comenzado a brillar. Luz Azul sacó del sobre un papel blanco bastante largo, y cuando iba a ver lo que ponía, le dijo su amiga:

-Bueno, yo tengo que irme, porque tengo que estar en mi puesto para completar la constelación de Orión. Luego, si quieres, me cuentas lo que pone en la carta.

Luz Azul asintió distraídamente mientras extraía completamente el papel blanco.

Lo primero que vio fue una caligrafía curva, pulcra y estilizada. Leyó la carta. Decía:

Querida estrella:

 Sé cuál es el deseo que pediste por Navidad. Siento decirte que no puedo cumplirlo. La felicidad viene de dentro, no de fuera. La felicidad está dentro de cada estrella, de cada humano, de cada astro que ves en el cielo. Lo que pasa es que no todos saben buscarla, amiga Luz Azul.

Pero te concedo una cosa que también te va a gustar. No sé si lo sabrás, pero yo me fijo sobre todo en los más humildes. Y entonces te vi a ti. ¿Nunca te has dado cuenta, Luz Azul? ¿Nunca te has dado cuenta, por ejemplo, de que significativamente tu nombre se lee igual del derecho que del revés? Así te vi yo: transparente, sencilla. Otro ejemplo: te vi un día que pasaba una estrella llorando porque un meteorito le había roto un extremo. ¿Y qué hiciste tú? Le ofreciste tu propia punta, te la arrancaste reprimiendo un terrible chillido. Se la diste, y ella se fue correteando alegre. Sabes que por eso te falta ahora.

Y como una buena estrella colgada en el cielo, como soportas los desprecios sin abrir la boca. Por eso te quiero recompensar. Serás la estrella que más brille en el firmamento; el lucero más luminoso, Luz Azul. Quiero que esto no te quite tu humildad; al contrario, que te la aumente. El brillo exterior no importa en realidad, aunque seas una estrella. Brilla siempre por tu sencillez.

Feliz Navidad.

A medida que la estrella iba leyendo estas palabras, su cuerpo se iba haciendo más luminoso, su brillo más resplandeciente, y su corazón inundado de la felicidad que había encontrado en su interior al leer la carta, se iba haciendo más y más grande.

Y hasta hoy sigue siendo la estrella más luminosa del cielo. Jamás se ha portado mal con la estrella polar que se burlaba de ella, y que se arrepintió.

Si ves algún día una estrella sonriente de un brillo especial, recuerda que su nombre se lee igual del derecho que del revés.

Recuerda que brilló por su humildad y sencillez, como no solo pueden brillar las estrellas. Es Luz Azul.


Feliz día, amor y paz.