Mariana se puso toda feliz por haber ganado de regalo un juego de té de
color azul.
Al día siguiente, Julia, su amiguita, vino bien
temprano a invitarla a jugar. Mariana no podía pues saldría con su madre
aquella mañana.
Julia entonces pidió a Mariana que le prestara
su juego de té para que ella pudiera jugar sola en el jardín del edificio en
que vivían.
Ella no quería prestar su flamante regalo pero
ante la insistencia de la amiga decidió, hacer hincapié en el cuidado de aquel
juguete tan especial.
Al volver del paseo, Mariana se quedó pasmada
al ver su juego de té tirado al suelo. Faltaban algunas tazas y la bandeja
estaba rota.
Llorando y muy molesta Mariana se desahogó con
su mamá "¿ves mamá lo que hizo Julia conmigo? Le presté mi juguete y ella
lo descuidó todo y lo dejó tirado en el suelo".
Totalmente descontrolada Mariana quería ir a la
casa de Julia a pedir explicaciones, pero su madre cariñosamente le dijo:
"Hijita, ¿te acuerdas de aquel día cuando
saliste con tu vestido nuevo todo blanco y un coche que pasaba te salpicó de
lodo tu ropa? Al llegar a casa querías lavar inmediatamente el vestido pero tu
abuelita no te dejó.
¿Recuerdas lo que dijo tu abuela? Ella dijo que
había que dejar que el barro se secara, porque después sería más fácil quitar
la mancha.
Así es hijita, con la ira es lo mismo, deja la
ira secarse primero, después es mucho más fácil resolver todo".
Mariana no entendía todo muy bien, pero decidió
seguir el consejo de su madre y fue a ver el televisor.
Un rato después sonó el timbre de la
puerta...Era Julia, con una caja en las manos y sin más preámbulo ella dijo:
"Mariana, ¿recuerdas al niño malcriado de la
otra calle, el que a menudo nos molesta?
Él vino para jugar conmigo y no lo dejé porque
creí que no cuidaría tu juego de té pero él se enojó y destruyó el regalo que
me habías prestado.
Cuando le conté a mi madre ella preocupada me
llevó a comprar otro igualito, para ti.
¡Espero que no estés enojada conmigo. "No fue mi
culpa"
¡No hay problema!, dijo Mariana, ¡mi ira
ya secó!
Y dando un fuerte abrazo a su amiga, la tomó de
la mano y la llevó a su cuarto para contarle la historia del vestido nuevo ensuciado
de lodo.
Nunca reacciones mientras sientas ira.
La ira
nos ciega e impide que veamos las cosas como ellas realmente son.
Así evitarás
cometer injusticias y ganarás el respeto de los demás por tu posición ponderada
y correcta delante de una situación difícil.
Acuérdate siempre:
¡Deja la ira secar!
Feliz día, Paz y Amor.
Feliz día, Paz y Amor.
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