Pero después de todo, ¿no es la vida una desgracia?
Depende de ti. La vida en sí misma es un lienzo en blanco, se convierte en
cualquier cosa que tú pintes en él. Puedes pintar infelicidad, puedes pintar
felicidad.
Esta libertad es tu gloria.
Puedes usar esta libertad de tal forma que toda tu vida se convierta en un
infierno, o de tal manera que tu vida se convierta en algo bello, en una
bendición, en felicidad, en algo paradisíaco. Todo depende de ti. El hombre
tiene toda la libertad.
Por eso hay tanta agonía, porque la gente es tonta y no sabe qué pintar en el
lienzo.
Se te ha dejado que lo hagas tú: ésa es la gloria del hombre. Ese es uno de los
mayores regalos que Dios te ha hecho. Ningún otro animal ha recibido el regalo
de ser libre, todo animal recibe un programa ya fijado. Todos los animales
excepto el hombre, están programados. Un perro está destinado a ser perro, y
para siempre será un perro; no le es posible ser otra cosa, no hay libertad.
Está intrínsecamente programado. El programa está ahí; simplemente seguirá el
programa: será un perro. No hay elección para él, no tiene alternativas. Es una
entidad absolutamente fija.
Excepto para el hombre, todo está programado. La rosa tiene que ser rosa, el
loto tiene que ser loto, el pájaro tendrá alas, el animal caminará a cuatro
patas.
El hombre es totalmente libre: ésa es la belleza del hombre, su gloria. El
inmenso regalo de Dios es la libertad. Tú no fuiste programado, no llevas
incorporado un programa fijo. Tienes que crearte a ti mismo, tienes que ser
auto creativo. Así que todo depende de ti. Puedes convertirte en un Buda, en un
Bahaudin, o puedes convertirte en un Adolfo Hitler, en un Benito Mussolini.
Puedes convertirte en un asesino o en un meditador. Tú puedes elegir entre
transformarte en un magnífico florecer de la consciencia, o convertirte en un
robot.
Pero recuerda, tú eres el responsable y sólo tú, nadie más que tú.
Un optimista es un hombre que se acerca por la mañana a la ventana y dice:
“¡Buenos días, Dios!” Un pesimista es el que va a la ventana y
dice: “¡Dios mío!
¿Ya es de día?”
Todo depende de ti. Es la misma mañana, quizás la misma ventana, quizás el
pesimista y el optimista se alojan en el mismo cuarto, todo depende. ¡Pero qué
diferencia cuando dices:”¡ Buenos días, Dios!” y cuando dices: ” ¡ Dios mío!
¿Ya es de día?”!
He
oído una antigua parábola sufí.
Dos discípulos de un gran Maestro paseaban por el jardín de la casa del
Maestro.
Se les permitía caminar por él cada día, mañana y tarde. Este
paseo era una especie de meditación, una meditación caminando, tal como lo hace
la gente zen.
No puedes estar sentado durante veinticuatro horas, las piernas
necesitan un poco de movimiento, la sangre necesita algo de circulación, así
que tanto en el zen como en el sufismo, se medita algunas horas sentado y luego
se medita caminando. Pero la meditación continúa, caminando o sentado, la
corriente interna sigue siendo la misma.
Ambos eran fumadores. Ambos querían pedirle al maestro permiso para fumar, así
que los dos decidieron: “Mañana. A lo sumo dirá “no”, pero se lo preguntaremos.
De todos modos no parece que fumar en el jardín sea un
sacrilegio; no estaremos fumando en su casa”.
Al día siguiente se encontraron en el jardín. Uno estaba furioso, furioso
porque el otro estaba fumando, y le dijo: ,” ¿Qué pasó? Yo también se lo
pregunté, pero sencilla y llanamente rehusó y dijo que no. ¿Y tú estás fumando?
¿No estás respetando sus órdenes?” El otro le contestó: “Es que a mí me dijo
“sí”” Esto les pareció una injusticia. Y entonces dijo el primero dijo: “Iré
inmediatamente a averiguar por qué a mí me dijo que no y a ti que sí”.
“Espera un minuto”, dijo el otro. “Por favor dime cómo se lo pediste”.
“¿Qué cómo se lo pedí? Le pedí algo muy simple: ¿Puedo fumar mientras medito?
Y él contestó: “¡No!”, y se le veía muy enojado”.
El otro empezó a reír y dijo: Ahora ya sé lo que pasó. Yo le pregunté: ¿Puedo
meditar mientras fumo? , y él me dijo: “Sí” .
Todo depende. Sólo una pequeña diferencia y la vida se convierte en algo
totalmente diferente. Ahora bien, hay una gran diferencia; preguntar, “¿Puedo
fumar mientras medito?” es incorrecto feo, pero “¿Puedo meditar mientras
fumo?”, está perfectamente bien. ¡Muy bien! Por lo menos estarás meditando.
La
vida no es infelicidad ni felicidad. La vida es un lienzo en blanco y uno tiene
que ser verdaderamente artista en este asunto.
Un
vagabundo llamó a la puerta de una hostería llamada “Jorge y el Dragón”.
—¿Te sobraría un bocado para un pobre hombre?, le preguntó a la mujer que abrió
la puerta.
—”¡No!” gritó ella, dando un portazo.
Unos minutos más tarde el vagabundo volvió a insistir.
La misma mujer abrió la puerta.
—¿Me podrías dar un bocado para comer?, dijo él.
—”¡Vete de ahí, inútil!” le gritó la mujer. “¡Y no se te ocurra volver nunca
más!”
A los pocos minutos el vagabundo volvió a golpear la puerta. La mujer se asomó
a la puerta.
—”Perdón”, dijo el vagabundo, “pero, ¿podría esta vez hablar con Jorge?”.
La vida es la posada llamada “Jorge y el Dragón”. También tú puedes pedir
hablar con Jorge.
Osho