Hoy día vivimos en
una forma acelerada.
Nos levantamos ya cansados.No tenemos tiempos de compartir con nuestra familia. No nos detenemos a abrazar a nuestros hijos, a nuestra pareja, a nuestros padres, a nuestra mascota. No tenemos tiempos para decirles cuánto los queremos, no nos damos cuenta de cuánto han crecido nuestros hijos.Hoy día no hay tiempo para las pequeñas cosas. Tenemos que correr pues sentimos que el tiempo nos gana, la vida va muy rápido, dejamos a los niños en el colegio para seguir con una cantidad de actividades que nunca terminamos porque el día no nos alcanza, y en ese día nos olvidamos de vivir, nos olvidamos de sentir, nos olvidamos que la vida es hoy. Hemos olvidado lo maravilloso que es estirarse al despertar.
Hemos olvidado cómo se sienten los primeros rayos de “sol” sobre nuestra piel.
Hemos olvidado dar las gracias a Dios por ver un nuevo día, por estar vivos.
Hemos olvidado que tenemos una familia que nos ama.
Hemos olvidado qué significa quedarse en la cama, sin prisas, disfrutando del momento.
Hemos olvidado abrir las ventanas para respirar e ir llenándonos de la energía del universo.
Hemos olvido los sonidos de las aves, del viento.
Hemos olvidado que estamos vivos...
B. R.
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