La principal
diferencia entre el sufrimiento y el dolor radica en cómo enfrentamos las
situaciones difíciles, los conflictos y las adversidades que van surgiendo de
forma inevitable en nuestras vidas.
El dolor se
presenta como una emoción a experimentar, ante una vivencia que ha supuesto un
impacto. Entrar en el dolor supone zambullirse en el problema, enfrentándolo;
obteniendo como repercusión una liberación.
Negar el dolor, evitarlo
y distanciarse de él genera graves repercusiones que aumentarán los problemas.
Ya que impide curar la herida para seguir adelante, se convierte en un
estancamiento emocional manifestándose a través del sufrimiento, el cual supone
una limitación interfiriendo en todos los ámbitos en los que nos desenvolvemos.
Por ello el sufrimiento
se convierte en algo innecesario, se mantiene a través de la evitación del
miedo a sentir y experimentar las emociones que generan las situaciones,
mediante esta desconexión emocional aparecen todo tipo de dificultades para
relacionarse y para conseguir un desarrollo de crecimiento personal, puesto que
las experiencias que suponen dificultades no se vivencian como un aprendizaje
sino como situaciones temibles de las que huir.
Los pilares
fundamentales del sufrimiento son el apego la ira y la ignorancia, entre ellos
se alimentan y se vuelven más importantes, como una fortaleza para evitar el
dolor y permanecer en el sufrimiento, esta sensación crea una extraña adicción
que resulta masoquista, al experimentarlo se tiende a repetir y acaba
resultando preferible antes de aceptar la emoción. Lo que desencadena en muchas
ocasiones una depresión, e inevitables alteraciones emocionales que frustran
las relaciones sociales.
La aceptación del
dolor puede resultar más dramático y conforme se vivencia va perdiendo fuerza,
sin embargo, el sufrimiento se hace silencioso, no se exterioriza, es algo
interno que acompaña a un estado de soledad, y va aumentando, intensificando de
forma traumática e irracional las emociones.
Aristóteles y los
estoicos dividían los problemas en dos partes, aquellos que forman parte de
nuestro control y los que no; los que no podemos controlar, se trata de que nos
entrenemos para sufrirlos lo menos posible. Aceptando valientemente el dolor,
que provocan los problemas, angustias, y los pavores como una parte necesaria
de la vida, como el revés de la alegría, el gozo y la tranquilidad. Todo esto
no está bajo nuestro poder, pero sí el cómo respondemos frente a lo que nos
sucede.
“El dolor es un
aspecto inevitable de nuestra existencia, mientras que el sufrimiento depende
de nuestra reacción frente a ese dolor”.
Autor: Alejandro
Jodorowsky
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