viernes, 6 de marzo de 2015

Dolor para crecer, sufrimiento para estancarse.


La principal diferencia entre el sufrimiento y el dolor radica en cómo enfrentamos las situaciones difíciles, los conflictos y las adversidades que van surgiendo de forma inevitable en nuestras vidas.

El dolor se presenta como una emoción a experimentar, ante una vivencia que ha supuesto un impacto. Entrar en el dolor supone zambullirse en el problema, enfrentándolo; obteniendo como repercusión una liberación.

Negar el dolor, evitarlo y distanciarse de él genera graves repercusiones que aumentarán los problemas. Ya que impide curar la herida para seguir adelante, se convierte en un estancamiento emocional manifestándose a través del sufrimiento, el cual supone una limitación interfiriendo en todos los ámbitos en los que nos desenvolvemos.

Por ello el sufrimiento se convierte en algo innecesario, se mantiene a través de la evitación del miedo a sentir y experimentar las emociones que generan las situaciones, mediante esta desconexión emocional aparecen todo tipo de dificultades para relacionarse y para conseguir un desarrollo de crecimiento personal, puesto que las experiencias que suponen dificultades no se vivencian como un aprendizaje sino como situaciones temibles de las que huir.

Los pilares fundamentales del sufrimiento son el apego la ira y la ignorancia, entre ellos se alimentan y se vuelven más importantes, como una fortaleza para evitar el dolor y permanecer en el sufrimiento, esta sensación crea una extraña adicción que resulta masoquista, al experimentarlo se tiende a repetir y acaba resultando preferible antes de aceptar la emoción. Lo que desencadena en muchas ocasiones una depresión, e inevitables alteraciones emocionales que frustran las relaciones sociales.

La aceptación del dolor puede resultar más dramático y conforme se vivencia va perdiendo fuerza, sin embargo, el sufrimiento se hace silencioso, no se exterioriza, es algo interno que acompaña a un estado de soledad, y va aumentando, intensificando de forma traumática e irracional las emociones.

Aristóteles y los estoicos dividían los problemas en dos partes, aquellos que forman parte de nuestro control y los que no; los que no podemos controlar, se trata de que nos entrenemos para sufrirlos lo menos posible. Aceptando valientemente el dolor, que provocan los problemas, angustias, y los pavores como una parte necesaria de la vida, como el revés de la alegría, el gozo y la tranquilidad. Todo esto no está bajo nuestro poder, pero sí el cómo respondemos frente a lo que nos sucede.

“El dolor es un aspecto inevitable de nuestra existencia, mientras que el sufrimiento depende de nuestra reacción frente a ese dolor”.


Autor: Alejandro Jodorowsky

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