Un
campesino se fue a la ciudad para vender su cosecha y su mujer
le pidió que no se olvidase de traerle un peine.
Después
de vender su arroz en la ciudad, el campesino se reunió con unos compañeros, y
bebieron y lo celebraron largamente.
Después, un poco confuso, en el momento de
regresar, se acordó de que su mujer le había pedido algo, pero ¿qué era? No lo
podía recordar.
Entonces compró en una tienda para mujeres lo primero que le
llamó la atención: un espejo. Y regresó al pueblo.
Entregó
el regalo a su mujer y se marchó a trabajar sus campos.
La mujer se miró en el
espejo y comenzó a llorar desconsoladamente. La madre le preguntó la razón de
aquellas lágrimas.
La
mujer le dio el espejo y le dijo:
-Mi
marido ha traído a otra mujer, joven y hermosa.
La
madre cogió el espejo, lo miró y le dijo a su hija:
-No
tienes de qué preocuparte, es una anciana.
Anónimo
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