miércoles, 1 de abril de 2015

No quiero que le pase nada a mi bebé



Hoy es 31 de marzo del año 1985 es “Domingo de Ramos”, es tarde estoy acostada, pero no puedo dormir me siento intranquila, me duele un poco el vientre. 

De pronto siento un pequeño estallido en mi vientre, qué ocurre me sale agua…no sé qué pasa tan solo tengo 7 meses de embarazo, debo llamar al Doctor para explicarle lo que me está ocurriendo, siento miedo... tengo temor que a mi bebé le pase algo. El Doctor está de vacaciones, llamo a mi madre me dice que debo irme urgente a la clínica. 

Le pido al padre de mi hijo que me lleve a una clínica como ya lo habíamos hablado, no quiero ir a un centro público, tengo miedo la atención no es buena…

No tengo dolor, pero sale mucho  líquido…me pongo nerviosa, comienzo a llorar sin parar... le pido a Dios que no le pase nada a mi bebé. 

Mi esposo me lleva a un centro público, a una maternidad...ya no pregunto la razón, siento tristeza, impotencia y mucho dolor por mi y por mi bebé. Entro sola porque los acompañantes se quedan afuera. Me dicen que debo quedarme porque rompí fuentes, me van a preparar y debo esperar a que llegue el personal de radiología pues no saben en qué posición viene el bebé. Me dejan sola en un sótano, hace mucho frío, solo tengo una bata de papel azul que apenas cubre mi cuerpo, me quiero ir de allí, necesito salir de allí...subo a la primera planta para decirles que me quiero ir pero... no me dejan salir…

Pasan muchas horas, ya casi es de mañana, una enfermera me viene a buscar diciéndome que debo ir a trabajo de parto pues hay sufrimiento fetal,  corre peligro el niño y yo…Dios no por favor te lo imploro que no le pase nada a mi bebé, llévame a mí, salva a mi bebé.

Una Doctora me explica que el radiólogo no llegará a tiempo, me van a provocar el parto…ya me inyectaron los dolores son desgarrantes, son las 8:05 lunes 1 de abril nació mi bebé. Quiero verlo, les grito que quiero ver a mi bebé, la enfermera me lo enseña rápido, sólo alcanzo a darle un beso en su pequeño pie y ver que es un varón, les digo que se llamará Gabriel, él está casi morado, no respira, deben auxiliarlo.

Lloro desconsoladamente, trato de seguirlo con la mirada, le colocan aparatos y gomas, pobre tan pequeño y está sufriendo…por fin llora...gracias Dios. Me quedo tranquila esperando que lo traigan, pero no es así…viene la enfermera para decirme que está en cuidados intensivos, es prematuro, no sabe respirar por sí solo, me van a llevar a otra sala…no quiero irme de allí, por favor déjenme con mi bebé, no quiero dejarlo solo…un enfermera me grita, me dice calla niña, deja el lloriqueo!

Estoy en la sala de recuperación, hace mucho frío, sigo con la misma bata de papel azul, ahora está mojada y manchada de sangre. No hay cobijas suficientes, sigo llorando, me vuelven a regañar, una chica que tengo al lado me dice que trate de calmarme, me dice que allí no se puede llorar…me muerdo la mano para que no me oigan llorar, estoy destrozada quiero ver a mi bebé.

Las visitas no pueden entrar hasta las 5:00 pm, hasta ese momento no tendré ropa ni una cobija para el frío. Le pregunto a todas las enfermeras que veo si saben algo de mi bebé, ninguna responde.

Llega una enfermera con mi madre, le dice que no puede estar mucho tiempo y me deja con ella  a solas. Mi madre me dice que le pagó a la enfermera para poder verme y saber qué ha pasado con el bebé ya que a ellos tampoco les han informado nada, le cuento y lloro, no dejo de llorar. Mi madre no puede hacer nada, sólo me dice que me calme que todo va a estar bien, que vendrá en la tarde.

Me suben a la planta de las mujeres que ya dieron a luz, no hay camas libres, en las habitaciones de dos camas han colocado cuatro camas, y también en el pasillo, allí en el pasillo me dejan a mí. 

No paro de llorar,  no dejo de pedirle a Dios que me ayude, siento tanta rabia…por qué estoy en ese lugar, no dejo de pensar por qué no me llevó a la clínica, temo por la vida de mi bebé...lo odio…no quiero verlo más.

Ya no tengo un reloj cerca, no tengo idea de qué hora es. Una enfermera me viene a buscar, me dice que ya hay una cama disponible en una habitación. Como puedo me introduzco en la cama, no hay forma de entrar por los lados, todas las camas están pegadas…

Las chicas de la habitación me preguntan por mi bebé, no les puedo responder sigo llorando, una enfermera les explica que está en cuidados intensivos, me tratan de consolar, no las quiero oír, quiero salir de allí y buscar a mi bebé.

Llegan las visitas, vino mi madre, mi padre y mi esposo, me ven desde el pasillo porque no se puede entrar, la habitación es pequeña para la cantidad de camas que hay, me pongo más nerviosa, continúo llorando, ellos no dicen nada…mi madre me da mi ropa y un bolso con las cosas del bebé, solo pueden estar media hora, esta noche me quedo...mañana debo salir de allí. 

Una enfermera me pide pañales y alguna ropa para ponerle a mi bebé. La enfermera me dice que es probable que me lo traigan en la noche…me quedo esperando, estoy muy emocionada, y así se fue la noche y nunca me trajeron a mi bebé.

En la mañana por órdenes de la enfermera me aseo, me visto y bajo a recepción, ya me informaron que mi bebé se queda, ni siquiera lo puedo ver antes de irme a casa…hay una fila de mujeres con sus hijos listas para irse a casa, yo soy la única que sale sin su hijo…vuelvo a llorar y llorar, estoy hinchada de tanto llorar, me sellan la tarjeta y salgo de esa maternidad.

Mi esposo me está esperando, me ayuda a montarme en el carro, no nos decimos nada, me contengo las lágrimas para sacar fuerzas y decirle que si le pasa algo a mi bebé será su culpa. En casa me baño, me arreglo y espero que sean las 2:00 pm para ir nuevamente a la maternidad, esto lo debo hacer dos veces al día…debo ir en la mañana y en la tarde para hacer una fila, a fin de ingresar a cuidados intensivos para poder ver a mi bebé y sacarme la leche para él o para otro que la necesite.

Esa tarde del 2 de abril de 1985 me dejaron pasar a ver a mi bebé, sólo podía pasar una persona, pasé yo…me pusieron un traje especial para no contaminar, la sala era grande llena de incubadoras, habían tantos bebés…Gabriel estaba compartiendo incubadora con otro niño, tan pequeño como él. Tenía muchos tubos, muchos, por todas partes, me indicaron cómo lo podía tocar a través de unos orificios,  y me dejaron un rato a solas con él. 

Ahí te conocí formalmente, traté de no llorar…no quería preocuparte.  Te dije que yo era tu mamá...te dije que te amaba, que no te iba a abandonar jamás...te dije que te llamé Gabriel como el Arcángel, te dije que Dios estaba a tu lado cuidándote...que tú eras fuerte, que tenías que serlo, te supliqué que fueras fuerte... tenías que salir de allí sano…

En lo más profundo de mi ser sabía que lo lograrías, ta acaricié con mucho cuidado tu cabecita, te lancé un beso y te prometí que seguiría yendo a verte hasta que te recuperaras. 

Así continuaron mis visitas durante doce largos e interminables días, finalmente ese día 12 de abril me dejaron llevarte a casa y desde entonces Gabriel hemos estado juntos, desde entonces pasaste a ser mi razón de existir, mi gran amor.

Gabriel sabía que eras fuerte, sabía que lo ibas a lograr, y que Dios no nos abandonaría.

Tu mamá
Belinda Ruiz Rey

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